Cuando el onboarding se convierte en una despedida anticipada
- Rinteli
- 17 sept
- 3 Min. de lectura
Por Recursos Humanos Rintel

El primer día en un nuevo empleo debería sentirse como abrir un libro lleno de páginas en blanco, listas para ser escritas con logros, aprendizajes y experiencias. Sin embargo, en demasiadas organizaciones ocurre lo contrario: el proceso de onboarding, que tendría que ser una cálida bienvenida, se convierte en un recorrido frío, improvisado y hasta hostil. El resultado es que muchos colaboradores comienzan a planear su salida incluso antes de haber terminado su primera quincena.
Este fenómeno tiene nombre: rotación temprana. Según datos de BambooHR, aproximadamente el 31% de los empleados renuncia dentro de los primeros seis meses, y una de las razones más citadas es un mal proceso de integración.
Mariana llega el primer lunes con la mezcla típica de ilusión y nervios: nuevas ideas, ganas de aprender y la esperanza de construir algo. En recepción le indican que espere; su mesa no está lista, su correo no funciona y nadie la presenta al equipo. A las dos semanas, tras recibir tareas contradictorias, entrenamiento inconsistente y escaso acompañamiento, Mariana comienza a buscar otras oportunidades. Lo que empezó como bienvenida se transformó, silenciosa pero eficazmente, en el primer paso hacia una renuncia anticipada.
Ese ejemplo no es anecdótico: el primer mes de trabajo es crítico. No solo porque marca la curva de aprendizaje técnica, sino porque establece si una persona siente pertenencia, confianza y claridad. Si falla, la salida suele llegar antes de lo que la organización imagina.
¿Qué es buen onboarding y por qué importa?
Onboarding es el proceso intencional de integrar a un nuevo colaborador: desde la logística práctica (accesos, herramientas) hasta la inmersión cultural (valores, equipo, expectativas). Su objetivo no es solo "enseñar tareas", sino construir sentido de pertenencia y acelerar la contribución productiva.
Cuando este proceso se administra como un trámite burocrático, contraseñas, manuales, una presentación fría, el nuevo talento percibe desinterés. Eso erosiona la motivación, retrasa la productividad y, en muchos casos, provoca salidas tempranas.
El verdadero objetivo del onboarding
El onboarding no se limita a entregar un manual, un gafete o una computadora. Su propósito real es acelerar la adaptación y, sobre todo, generar sentido de pertenencia. Cuando se hace bien, el nuevo talento entiende rápidamente su rol, siente confianza para aportar y comienza a construir relaciones de valor.
Un estudio de Glassdoor reveló que las empresas con un onboarding sólido mejoran la retención de nuevos empleados en un 82% y aumentan su productividad en más de un 70%. Eso significa que, lejos de ser un trámite, el onboarding es una estrategia clave para el éxito organizacional.
Cuando la bienvenida se convierte en desilusión
Un mal onboarding no siempre es evidente, pero sí es letal para la experiencia del nuevo colaborador. Puede adoptar varias formas:
Desorganización total: el espacio de trabajo no está listo, las cuentas de correo no funcionan, y nadie sabe quién debe recibir al nuevo integrante.
Promesas incumplidas: lo ofrecido en la entrevista, desde el rol hasta los beneficios, no coincide con la realidad laboral.
Indiferencia del equipo: nadie lo presenta formalmente, no hay mentoría ni interés por integrarlo.
Sobrecarga de trabajo inmediata: en lugar de un periodo de aprendizaje, se le asignan proyectos críticos desde el día uno, generando estrés y errores.
Ausencia de cultura: el empleado descubre que los valores impresos en la pared no se viven en el día a día.
La consecuencia es clara: el nuevo colaborador percibe que su llegada no tiene importancia. Ese sentimiento inicial de desconexión suele transformarse en apatía, bajo desempeño y, finalmente, en una renuncia anticipada.
Un onboarding mal gestionado puede arruinar en semanas lo que costó meses de esfuerzo en reclutamiento. Convertir la bienvenida en una experiencia significativa no es un lujo: es una necesidad estratégica.
Cuando las empresas entienden que el onboarding es el inicio de la relación laboral, y no un trámite administrativo, logran transformar la incertidumbre del primer día en motivación de largo plazo. Porque, al final, la manera en que recibimos a alguien define cuánto tiempo querrá quedarse.
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