El seguro de desempleo en México: entre la urgencia social y la omisión estructural
- Rinteli
- hace 3 días
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Por Recursos Humanos Rinteli

En un país donde la informalidad laboral sigue superando el 50% y donde millones de personas viven al día, quedarse sin empleo es más que una situación crítica: es una sentencia de inestabilidad. A diferencia de otros derechos laborales, la protección contra el desempleo en México ha sido una promesa incumplida. La ausencia de un seguro nacional de desempleo no es solo un vacío legal: es un reflejo de las prioridades de un sistema que protege más al capital que a quienes generan el trabajo… ¿hace falta un seguro nacional de desempleo?
El vacío que no puede seguir ignorándose
Actualmente, la única alternativa para quienes pierden su empleo formal es acudir al retiro parcial de su Afore. Esta opción, lejos de ser un apoyo real, representa una contradicción: se alivia una urgencia inmediata a costa del retiro digno a largo plazo. Millones de trabajadores han visto reducidas sus semanas de cotización, y con ello, la posibilidad de alcanzar una pensión suficiente.
La pandemia de COVID-19 dejó en evidencia lo frágil que es el tejido laboral mexicano. A pesar de la pérdida masiva de empleos en 2020, no hubo un esquema sólido de respaldo económico. Mientras otros países protegían a sus ciudadanos con seguros de desempleo o apoyos directos, México dejó esta responsabilidad en manos de las familias, las remesas y, en el mejor de los casos, de los fondos propios del trabajador.
Recientemente, se han presentado propuestas legislativas desde el PAN y Movimiento Ciudadano. El PAN propone un seguro de desempleo dirigido a trabajadores formales, mayores de 18 años, con al menos un año cotizado, entregando cerca de $9,300 pesos mensuales por un periodo determinado. Movimiento Ciudadano, por su parte, propone una cobertura más universal, también contemplando a trabajadores informales.
Si bien ambas propuestas representan un avance, el debate no debe centrarse únicamente en la cantidad o el grupo beneficiado, sino en la visión de país que queremos construir. Un sistema de protección al desempleo implica aceptar que el trabajo no es una garantía permanente y que, cuando se pierde, el Estado debe intervenir, no como benefactor, sino como garante de derechos.
Uno de los errores más frecuentes al hablar de seguros de desempleo es reducirlos a un simple pago mensual. En realidad, estas políticas deben ir acompañadas de estrategias de reactivación laboral, capacitación continua, bolsas de trabajo eficientes y acompañamiento psicológico. No es caridad: es una inversión inteligente en capital humano.
Además, la ejecución debe evitar convertirse en un nuevo laberinto burocrático. Para ser efectiva, la ayuda debe llegar rápido, con reglas claras y con enfoque social. Las lecciones de otros países como Alemania, Chile o Canadá muestran que el seguro de desempleo puede ser un puente hacia la reintegración laboral, no un incentivo al desempleo prolongado.
La pregunta no es si México puede tener un seguro de desempleo, sino por qué no lo ha tenido. ¿Falta dinero? Tal vez. ¿Falta estructura? En parte. Pero lo que realmente ha faltado es voluntad política. En un país donde se subsidian megaproyectos, se perdonan impuestos millonarios y se destinan enormes recursos a programas sociales clientelares, decir que no hay recursos para proteger al trabajador desempleado es, francamente, insostenible.
Además, no hay que olvidar que estamos en año electoral. Las propuestas pueden sonar atractivas, pero lo importante será observar si se convierten en leyes y si estas leyes se traducen en políticas aplicables y sostenibles. El reto no está en anunciar el seguro; está en construirlo.
Un paso hacia el seguro de desempleo
El empleo digno no termina cuando se firma un contrato, ni cuando se recibe la última quincena. Un Estado que presume de proteger a su gente no puede seguir ignorando la etapa más vulnerable del ciclo laboral: el desempleo. Un seguro nacional no es una dádiva ni un lujo. Es justicia social. Es reconocer que, en la volatilidad del mundo actual, el desempleo no debe ser sinónimo de abandono.
Si México quiere avanzar hacia una sociedad más equitativa, más moderna y más humana, debe empezar por dejar de castigar al que pierde su trabajo. La creación de un seguro de desempleo no es solo urgente. Es inevitable.
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